AMAR O SUFRIR
Sufrir...
Me tocó a mí ?
Sufrimos
porque tenemos conciencia humana. Humanos demasiado humanos nos sentimos
terrícolas y confinados a un tiempo - espacio como si nos hubiera brotado la
tierra. Sufrimos porque, paridos como terrícolas, vivimos los desterrados hijos
de Eva, en un valle de lágrimas. Humanos demasiado humanos, sufrimos al
sentirnos atrapados en un cuerpo y en un planeta llamado tierra. Sufrimos
entonces, porque no queremos perder el cuerpo y se nos va la vida en cuidarlo,
maquillarlo y evitarle la enfermedad y la muerte. Humanos demasiado humanos
sufrimos al generar ambiciones materiales y espirituales, generando deseos como
la principal causa del sufrimiento. Sufrimos porque generamos apegos, nos
encanta poseer y retener. Sufrimos porque creemos que la vida es un estado de
pérdidas y ganancias. Sufrimos, en fin, porque el mundo no funciona según
nuestras querencias y juicios. Sufrimos además porque así nos damos importancia
personal. El sufrimiento es una ganancia secundaria.
Si
amas... No sufres.
Tener
consciencia de ser humano despierta
la experiencia de Amor. Antes que
humanos somos SERES. El SER no tiene tiempo ni espacio, no tiene principio ni
final, no tiene pérdidas y ganancias. El SER no se atrapa ni se deja atrapar.
El SER hecho humano sabe que en su cuerpo anida una fuerza misteriosa, LA FUERZA UNITARIA DEL PRINCIPIO que le hace
templario, impecable y perfecto. El SER, hecho humano, es habitado por la
consciencia de la OBEDIENCIA, HUMILDAD Y SUMISIÓN, no reclama ningún derecho por
que vive en el deber. El SER hecho
humano, no tiene dolores de pasado ni de futuro. Se vive en la eternidad del
instante. Supera la mente concreta y diluye, en el MENTAL SUPERIOR, el sufrimiento.
El
Amor no posee. Es desapego. Es
liberación. Es comprensión. Contempla sin juicio de valor. Es silencioso. Es
desarraigado. Te hace marioneta celeste.
Te transforma de ciclo en ciclo convirtiéndote en mariposa que vuela, como un pájaro
libre... de libre vuelo.
Si amas... No sufres. Y
si sufres... Amas el sufrimiento.
Jorge Gil Henao.
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