ENTENDIENDO EL AMOR
La otra tarde, en una charla, surgió el tema del amor de las madres hacia sus hijos. He de decir que la mayoría de los asistentes eramos mujeres, mujeres orgullosas de sus hijos y sobre todo "preocupadas por ellos"; y es que parece ser que socialmente, cuando mas nos preocupamos, sufrimos y controlamos a nuestros hijos, mas nos acercamos al modelo de madre ejemplar .
Reconozco perfectamente ése sentimiento y esa actitud por ellos, yo también he sido de esas madres, pero me di cuenta de que, bajo esa preocupación, sufrimiento y afán de protección, también se albergaba el miedo y sobre todo mi gran necesidad de control.
Tengamos presente que ante todo el amor nunca es sufrimiento, nunca es egoísmo ni necesidad sino respeto, comprensión, apoyo y aceptación.
Nuestros hijos son seres humanos con todas las capacidades y con la gran responsabilidad de vivir su propia vida y eso deberán de hacerlo acompañados de nosotros pero, en soledad y asumiendo su propio aprendizaje.
Es nuestro deber entender el Amor, hemos venido para eso y para transmitirlo a nuestros hijos.
Os dejo éste fragmento de "El profeta" la obra cumbre de Khalil Gibra. que me parece genial y otra reflexión, esta vez de la mano de mi querido Serrat.........................
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
deseosa de sí misma.
No vienen de ti,
sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellos
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.
pero no sus almas,
porque ellos
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerles semejantes a ti,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.
pero no procures hacerles semejantes a ti,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas,
son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero,
sea para la felicidad.
como flechas vivas,
son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero,
sea para la felicidad.
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